¿El destino existe o todo es una serie de casualidades?

Hay quienes creen que todo está escrito. Que cada paso que damos sigue un guion invisible, garabateado por manos que nunca veremos. Otros juran que la vida es puro caos, un dominó de eventos sin orden donde el azar manda sin piedad. Pero, ¿y si fuese un poco de ambas cosas? ¿Y si el destino no fuera más que un juego de probabilidades, donde cada elección abre un nuevo camino y cierra otros mil?

Una calle equivocada, un retraso de treinta segundos, una taza de café derramada sobre la camisa. Pequeñas cosas que lo cambian todo. Si hubieras salido cinco minutos antes, quizá habrías conocido a alguien que transformaría tu vida. Si hubieras dicho "sí" en vez de "no", quizás estarías en otro país, en otra ciudad, viviendo otra historia. ¿Cuántos futuros posibles hemos perdido sin darnos cuenta? ¿Cuántos hemos visto escapar y nos han atormentado eternamente en forma de un "¿Y si...?"?

Hay momentos que parecen estar escritos. Coincidencias tan improbables que nos hacen preguntarnos si realmente lo son. Un libro que cae de la estantería abierto en la frase exacta que necesitabas leer. Un reencuentro que parece un ajuste de cuentas del universo. Un sueño que te advierte de algo que aún no ha sucedido.

Tal vez el destino no sea un camino recto e inmutable, sino un mar agitado donde cada decisión cambia la dirección del siguiente paso. Un tablero de juego que se reorganiza a medida que avanzamos, donde algunas piezas ya están ahí, esperando a que hagamos el movimiento adecuado para encontrarlas.

Al final, quizás nunca lo sepamos. Quizás la vida sea un rompecabezas donde las piezas encajan solas, o un tablero donde jugamos con los ojos vendados. Pero una cosa es segura: cada elección, por insignificante que parezca, puede redefinirlo todo. Da igual si es azar o destino. Lo que importa es que estamos aquí, jugando, viviendo, cambiando el rumbo de la historia a cada paso.

Y tú, ¿crees en el destino o piensas que solo estamos lanzando los dados en la oscuridad?